Regresabamos a casa, después de cenar unos antojitos mexicanos (tamales, tostadas y menudo), por una de las avenidas principales de Hermosillo como tantas veces lo hemos hecho.
De repente, en un tramo por demás obscuro, un hombre en situación de calle comenzó a cruzar la avenida sin ningún tipo de precaución. Yo iba por el carril de la extrema derecha y fui el primero en verlo. Por el carril a mi izquierda un pick up blanco aceleró para rebazarme y temí lo peor para el peatón.
Alcance a frenar y comencé a tocar el claxon del carro y a hacer cambio de luces para alertar al conductor a mi izquierda. El también alcanzó a frenar y el peatón se salvó, quedando a unos pocos centímetros de ser arrollado.
Desfortunadamente, otro pick up que venia detrás de mí carro aceleró y se cambio al carril de la izquierda, sin ver que el otro carro había frenado de emergencia. El choque fue inevitable en ese instante. El peatón se volvió a salvar por otros centímetros.
Las enseñanzas de mi Abuelito para manejar a la defensiva volvieron a salvarme de un accidente y, creo, ayudaron para que el peatón no fuera atropellado. Gracias Abuelito, se que me sigues cuidando desde el cielo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario